"I’m proud of our country and proud of everybody that I serve alongside."
Thomas Mahoney
Major | Air Force
Tom ha progresado mucho desde aquel joven que describe como “alguien a quien no llamarías un alumno destacado”. Es una transformación en la que ha estado trabajando durante toda su carrera.
Cuando se aproximaba la graduación de la escuela secundaria, Tom se dio cuenta de que su expediente académico no le iba a permitir postularse para la universidad. Pero como sabía que quería proseguir con sus estudios, empezó a buscar una oportunidad para ponerse a prueba. Se inspiró en los antecedentes militares de su familia y, luego de hablar con algunos reclutadores, se incorporó a la Fuerza Aérea, porque consideró que era la rama que más coincidía con sus objetivos. Durante el proceso de alistamiento, Tom rindió el Examen de aptitud vocacional para las Fuerzas Armadas y se determinó su afinidad con un área laboral.
“En realidad, tuve un puntaje lo suficientemente alto como para ingresar en cualquiera de [las áreas laborales que me interesaban], pero cuando estaba en el entrenamiento básico, me dieron otro examen que me indicó que una buena elección podía ser dedicarme al campo de la inteligencia.”
Tom se desempeñó durante cinco años en ese ámbito, donde recopiló y organizó información para ayudar a sus comandantes a tomar decisiones importantes. Cuando finalizó su período, sintió que estaba listo para regresar a la vida académica y fue aceptado en la Universidad de Penn State. Sin embargo, no había terminado con las Fuerzas Armadas.
“Cuando estaba alistado, realmente disfrutaba de la carrera en el ámbito de la inteligencia, y observaba a los oficiales a los que servía y… realmente los respetaba y pensé que verdaderamente sería interesante continuar mi carrera haciendo lo que ellos hacían.”
Tom contactó al destacamento del ROTC en Penn State con una carta de recomendación de su excomandante de escuadrón. Luego de aprobar el examen preliminar, Tom fue aceptado en el programa ROTC de la universidad como cadete militar general. La experiencia de alguna manera le resultó similar al entrenamiento básico, pero con un mayor enfoque en el liderazgo, la historia y las costumbres y las cortesías militares.
Tom también asistió a la escuela técnica, donde estudió diversas disciplinas relacionadas con la inteligencia y se preparó para liderar a los aviadores alistados en su campo. Combinada con su propia experiencia en las filas de alistados, esta capacitación lo preparó para la vida de oficial y mucho más.
“Lo que aprendemos en las Fuerzas Armadas y lo que practicamos en las Fuerzas Armadas realmente se puede trasladar a muchas carreras civiles. Aprendes comunicación, liderazgo, administración, además de todos los conocimientos técnicos que recoges en el camino.”
Cuando Tom volvió a incorporarse a la Fuerza Aérea como subteniente, se lo puso a cargo de 30 miembros del Servicio, y el éxito de sus misiones se convirtió en su responsabilidad. Como oficial de inteligencia, eso significaba combinar la información reunida por su equipo para armar un cuadro de situación coherente que pudiera guiar las operaciones futuras. Disfrutaba analizando e interpretando los datos, y saber que sus opiniones e ideas eran valoradas. A Tom también le resultaba placentero liderar a un grupo de aviadores muy inteligentes.
“Ser su líder puede ser un desafío, pero también es muy gratificante... No creo que se pueda sentir nada mejor de un trabajo.”
Como mayor, el día de Tom empieza bien temprano. A las 7:00 a. m., generalmente trabaja en la compilación de información para su comandante. A continuación, se concentra en iniciativas a más largo plazo y análisis exhaustivos de problemas o acontecimientos específicos que el comandante haya identificado como inquietudes o intereses para las Fuerzas Armadas. También pasa parte del día abordando cuestiones del personal, que incluyen elaborar informes de desempeño o garantizar que se atiendan las necesidades de su equipo. Y eso es sólo en la oficina. Tom recientemente fue enviado a Irak.
“Normalmente puedes ver el impacto que tienes cuando te movilizan mucho antes. Sabes que podría haber algunas acciones posteriores donde es muy palpable que la información que aportaste le permitió tomar algunas medidas al comandante. Entonces, de muchas maneras, resulta muy gratificante.”
Desde su período de alistado hasta la actualidad, Tom nunca dejó de trabajar para perfeccionarse y perfeccionar a quienes lidera, un rasgo que lo ha llevado a su experiencia actual en la Escuela de Comando y Estado Mayor General del Ejército. Sin dudas, regresará con los conocimientos allí adquiridos y afrontará su próximo desafío con entusiasmo. Después de todo, eso es lo que lo ha convertido de un joven inseguro con respecto a su futuro a un líder seguro de sí mismo. Y no lo hubiera logrado de ninguna otra manera.
“Estoy orgulloso de nuestro país y orgulloso de todas las personas a las que sirvo en él, y no me arrepiento de ninguna de las decisiones que tomé en el camino, ya sea el hecho de incorporarme a la Fuerza Aérea en primer lugar… o regresar como oficial. Lo haría todo de nuevo.”