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"Cuando acabé secundaria, quería recibir la mejor formación y educación posibles. Y la única manera de conseguir esto es en las Fuerzas Armadas. Creo que es la mejor educación que existe."
Christin Mastracchio se planteó por primera vez viajar al espacio cuando era apenas una niña pequeña. "Cuando tenía tres años, tenía mi muñeca astronauta y un pequeño triciclo que hacía de lanzadera espacial. Me crie justo al lado de la NASA, en Houston. Los padres de mis amigos de la escuela secundaria eran astronautas, así que parecía un objetivo alcanzable".
No fue hasta más adelante en la escuela secundaria cuando Christin dio el primer gran paso hacia su objetivo de volar un día para la NASA. Decidió postularse a la Academia de la Fuerza Aérea, donde fue aceptada y finalmente entrenada para ser piloto. Hoy pilota un bombardero B-52 para la Fuerza Aérea.
"Siempre quise ser astronauta", dice Christin. “Cuando acabé secundaria, quería recibir la mejor formación y educación posibles. Y la única manera de conseguir esto es en las Fuerzas Armadas. Creo que es la mejor educación que existe".
Pero su capacitación no terminó ahí. Después de graduarse, Christin pudo continuar su educación en la escuela de su elección, aprendiendo junto a algunos de los mejores y más brillantes del mundo civil, gracias a que la Fuerza Aérea cubrió su matrícula y otros gastos. "Mi primer destino como nueva teniente en la Fuerza Aérea fue ir al MIT para hacer mis estudios de posgrado", dice Christin. "Asistí a algunas clases realmente interesantes, como las de astrodinámica avanzada. El profesor llevaba más de 50 años impartiendo esa asignatura. Había enseñado a tres de los hombres que caminaron por la luna".
Mientras espera alcanzar su objetivo final de ir al espacio, Christin está trabajando en su próximo y último paso: convertirse en piloto de pruebas de la Fuerza Aérea.